La vida es tan dura...

Estos dos días han sido muy duros para todos.

Cuando ves como se la va vida a alguien joven, tan joven como para poder ser colega, amigo, hermano, te quedas con la sensación de que algo tuyo también se escapa. Ayer fue el día.

Había comentado esa misma tarde con mi amigo César, un bombero que ejerce su profesión en la ciudad de Huelva, y que es de nuestra pedanía de Valdesangil, que habíamos tenido un año muy bueno en cuanto a accidentes de gravedad. Que pese a que la "Ruta de la Plata" cada día está más transitada, no habíamos salido apenas y que eso era muy bueno. Cuando despedimos la conversación, me quedé pensando en ello. Habíamos tenido suerte....

Media hora más tarde el mazazo de un presentimiento, nos sacó de una buena conversación en la base. El teléfono sonó para avisarnos de un grave accidente en la Nacional 630 a la altura de Guijuelo, con varios heridos en un choque frontal. La salida, siempre apresurada por la ciudad, nos encaró el puerto de Vallejera camino del Km 393.

La llegada, con la regulación siempre buena de la Guardia Civil, nos devolvió a ese estado de estres, que nos había faltado durante todo el año y que una hora antes había comentado con César. El golpe brutal, nos hizo trabajar a las dos unidades que nos desplazamos al lugar de una forma casi maratoniana.

Tras una hora de descarcelación, pudimos sacar el hilo de vida que le quedaba a un joven de 28 años. Lo demás...lo demás fue una putada. Se le escapó su hilo, se le rompió por la linea más delgada que le sostenía, se le rompió delante de 4 personas que no debíamos estar allí, que debíamos haber estado sentados en nuestra base, que deberíamos habernos reído de la conversación que teníamos, que esa tarde no deberíamos haber llorado de rabia y que él debería estar camino de su casa después de un viaje largo, esperando el reencuentro con los suyos, que él debería haber estado saboreando la llegada a casa para pasar la noche de Fin de Año.

Allí nos quedamos sentados en el guarda-rail con el frío de la tarde. Las lágrimas afloraron con el consuelo siempre tierno de nuestro enfermero y el regreso en silencio hasta Béjar nos devolvió a la realidad de un trabajo malo...malo de verdad, sobre todo ayer.

Así fué...