10 noviembre 2018

En un rellano de la escalera

De vez en cuando hay alguien en la guardia que viene con el ojo "revirao". Y parece que el día promete. Por la mañana ya avisó de que la guardia podría ser mala.
Andábamos cada uno por un lado en la base hasta que sonó la melodía del teléfono de avisos. Es difícil que la tenga alguien. El Tubular Bells de Mike Oldfield es como un martillo pilón que entra hasta los tuétanos cuando salta un aviso.
- Hola, Béjar. Dime.
- Tenéis aviso. Nos llaman de Atención Primaria que requieren la UME.
- Ok. Dame datos.....
La voz de la reguladora de Emergencias parecía tensa. Lo noté enseguida. 
El médico de hoy suele poner el altavoz para que todos escuchemos donde es. Me parece que es bueno. Así la información la tenemos todos y no se escapa nada.
Botas, Polar, Chaleco... a la ambulancia.
Suena el teléfono otra vez.
- Béjar, dime
- Nos llaman de Atención Primaria otra vez. Que por favor tardéis poco. 44 años y ....
- Bien. Ya hemos salido. 20 minutos, no menos.....
Llueve. La carretera se hace larga y penosa. Hay demasiadas curvas de esas que hay que tomar con tiento y aliento. Siempre me acuerdo de mi compañero Quique cuando se "comió" un jabalí. De noche todos los gatos son pardos. Pero la cosa no pinta bien y el silencio es como una losa pesada que me hace pensar.... 
No nos equivocamos. 20 minutos más tarde llegamos. Hay gente en la calle. Alguien que mueve la cabeza muy nervioso y la ambulancia de soporte.
Entramos al edificio, primer piso, rellano de la escalera. No cabemos todos. Nos ajustamos como podemos. La vecina del primero derecha a la puerta, el equipo de atención primaria y los chicos del soporte haciendo RCP. Cada uno a lo suyo.
Hay una carita que ví según entré por la puerta de la calle, pero sólo un bulto. Unos 6 años. Dos chicos más en el piso superior que les dice la vecina que no bajen.
Todo funciona. Afortunadamente no es todos los días, pero el engranaje de la RCP funciona. Cada uno sabe qué hacer. Es como si la máquina estuviera engrasada.
30 minutos interminables y se acabó. Todo se acabó.
Entramos todos en casa de la vecina que amablemente nos deja, incluso quien se fué. Dejamos libre el rellano mientras los dos niños de arriba bajan a estar con la familia a la calle. Sólo pienso en quien se lo dice. 
Soy cobarde tras la puerta. Luego me vienen fantasmas a la cabeza que no logro que se vayan.
Las nueve de la noche y venimos de un marrón.