01 diciembre 2017

Me susurraba al oído.... ¿O hablaba con él?

Como un martillo pilón. 
Lleva con nosotros más lustros que los pantalones azules con reflectantes. Esos del trabajo que no se rompen, no. Los mismos que nos dieron el primer día y ni siquiera se rozan en la entrepierna. Y si aparece alguien que los haya cambiado alguna vez que me lo diga.
Pues eso, que el pájaro ni siquiera marchito por el sol lleva mirando hacia la carretera más de 15 años. Los mismos que lleva el servicio de Emergencias Sanitarias en nuestra ciudad. Nos pareció que era curioso, incluso si le dabas cuerda picaba como el carpintero. Ahora ya no. Hace años que dejó de hacerlo. Se ve que la edad va pasando por todos, incluso también por él.
Ha visto de todo y lo ha visto todo. Lo mismo que todos los conductores juntos. Y ha pasado por multitud de avatares. Frío y calor, nevadas y sequías. Y siempre con su sonrisa eterna, ojos pícaros y amarillo pico.
Mucha gente lo asocia con la UVI Móvil de Béjar y para nosotros es el mejor aliado para evitar accidentes propios. Alguno ha habido, pero siempre ha estado velando por los que han pasado de una manera u otra por aquí.

Llegamos al aviso y el abuelillo tumbado en el asiento de la marquesina de espera del autobús de línea decía que ya se le había pasado. Que hacía calor allí dentro, que el habitáculo está cerrado para que no corra el aire y que como fuera la temperatura era baja... pues eso que el calor lo puso patas arriba. Como no asustaba de gravedad me quedé en el asiento del conductor.

Allí estaba, mirándome. Pareció por un momento que recobraba la vida para subirse a mi hombro y susurrarme al oído. Sólo aquellas cosas que sabemos él y yo.
Pero me despertaron diciéndome, ¡Qué haces!.
Creo que hablaba con él..... 

01 octubre 2017

Gracias

Le ví por el rabillo del ojo cuando estábamos con el 30:2 de la resucitación cardiopulmonar y minutos más tarde desapareció.
La llamada nos desperezó de una mañana de domingo entre informaciones de la televisión sobre Cataluña. 
La verdad es que nuestro médico, que suele ser tranquilo, se puso las botas en un instante mientras los demás hacíamos lo propio. Entonce supe que no pintaba bien la cosa. La llamada del Centro Coordinador parecía grave desde el principio y el silencio mientras íbamos camino de Candelario se hacía patente. 
El tiempo te va haciendo prudente y tranquilo. Quizá este trabajo, con el paso de los años, hace que las responsabilidades se tomen de manera más sosegada, paciente y sobre todo responsable. 
Cuando llegamos alguien estaba con el paciente. Creo que vestía de camiseta verde (ya no lo puedo asegurar), como si viniera de hacer deporte, o como si fuera a ello. Parecía joven, pero no nos dio tiempo a reconocerlo. La posición exacta encima del paciente y un ritmo estable y controlado de resucitación cardiopulmonar. 
Siempre recuerdo el ritmo con la canción de los Bee Gees Stayin'alive Es como cuando en clase de primaria aprendías la tabla de multiplicar. 
Después de bajar todo el aparataje y reconocer la situación, le dijimos que siguiera hasta que estuviéramos listos. Fue entonces cuando, antes de reconocer el ritmo en nuestro monitor, le dijimos que podía quitarse. Creo que se quedó por la zona porque en un momento le ví por el rabillo del ojo mientras estábamos reanimando.
Después de casi media hora nuestro médico decidió parar. El paciente no dio signos en ningún momento de intentar volver. Una pena. Nuestro pésame para toda la familia.
Pero me queda la sensación grata de ver cómo un ciudadano se arrodilló junto a alguien que seguramente no conocía, vio que no tenía signos vitales, le quitó la camisa para dejar al descubierto el pecho y recordando algo que le habían enseñado, empezó a dar masaje de Resucitación Cardiopulmonar en el centro del pecho, mientras esperaba la llegada de un Soporte Vital Avanzado. Bien.
Luego ya no le vimos y escribí un post en mi Facebook agradeciéndole lo que hizo. 
Vamos aprendiendo. 
Esto sí son noticias.

10 agosto 2017

El puto bicho


Hace unos días pudieron matarse mis compañeros y un paciente. Me dice Quique que sonó como una rueda cuando estalla. Y que no le vio. A esas horas de la madrugada camino de Salamanca, a una velocidad considerable, la verdad es que ni te enteras. El miedo y los nervios salen luego.

Saltó el Whatsapp por la mañana con la noticia de que la UVI Móvil había tenido que cambiar de vehículo por un percance en la Autovía. Algo raro debía ser porque no era normal un cambio tras haberlo hecho hacía una semana por una avería en el embrague, así que le llamé y me dijo que había chocado con un bicho.
Creo que le conozco algo y se le notaban todavía los nervios. Dice que fue rápido, que iban por el 381, que pegaron contra algo duro y que no movió el volante para no salirse de la carretera. Los compañeros que iban detrás junto con el paciente, casi ni se enteraron. Simplemente que sonó como si una rueda se pinchara.

Hoy pueden contarlo. Un vehículo de esas dimensiones a alta velocidad puede hacerte de todo. Gracias a que mantuvo la calma hoy resopla.


Una pena compañero. A olvidarse. El siguiente aviso de noche será duro, seguro. Verás fantasmas donde no los hay y parecerá que te salen "bichos" hasta debajo de las piedras. Sólo os puedo decir que a todos nos pasó y que es duro volver a conducir de noche.
Pero es lo que tiene nuestro trabajo. Un abrazo a todos.

26 julio 2017

¡Toma sandía!


Hacía calor aquella tarde del pasado verano cuando llegamos al pueblo. Estaban de fiesta y la llamada era de uno de los bares donde alguien padecía dolores estomacales y malestar general, sudoración fría y mareos.

No tenía buena pinta, era de esos que "asustan de gravedad" como decía un compañero. 
Tras llevarlo a la ambulancia y revisarle con los aparatos de electromedicina y por las "gomas" del Doctor, pidió una bolsa para vomitar.
Siempre llevamos a mano una de esas de color negro, las que se usan para el cubo de la basura. Son las que mejor se adaptan a líquidos....

Aquella boca parecían las fuentes de la Granja de San Ildelfonso en pleno fragor. No quise ni preguntar a que se debía aquello (luego lo sabríamos), pero no paraba de echar bocanadas ni nosotros de abrir bolsas a toda prisa. Tras un par de minutos aguantando como pudimos, la cosa se calmó y confesó haber cenado más de la cuenta.

- "Ya estoy mejor, gracias...."
- Pero, ¿qué cenó de color rojo?.
- Pues nada, lo de siempre y un poco de sandía de postre.
- ¡Coño!. ¿Tanta ha comido?.
Su señora, que estaba al quite apuntó... -Ya le dije que se estaba pasando, que entra muy bien y sale muy mal.
- ¿Y cuánta ha cenado?.
-Pues.... media. Pero pesaba 7 kilos.
Lo pasó mal. Creo que no ha vuelto a probarla.


23 mayo 2017

Descansa en paz, compañero

Hace unos días nos comunicaban la enfermedad repentina de Rufino. Desde el principio las noticias no eran muy buenas ni esperanzadoras. 
Ayer noche llegaba ese mensaje que nunca quise abrir. Tu fallecimiento ha conmocionado a todos los que te conocimos. Enseguida los problemas del día a día se diluyeron para venir a la memoria los ratos que pasamos desde que allá en la década de los 90 empezamos con esto de las ambulancias.
Tu típica forma de reírte de las cosas más sorprendentes y de los problemas asaltan mi cabeza en un momento que no acaba de acostumbrarse a lo sucedido.  Entre la incredulidad y la tristeza.
Ahora que te vas a ir para siempre de este mundo, quiero en nombre de todos dar el pésame a toda tu familia. Tus padres, esposa e hijos que disfrutaron de tu presencia y de esas ganas de vivir. A todos los demás nos dejas un hueco en la memoria que no se ocupará.
Disfrutaste de la vida y de este trabajo que tantas satisfacciones te dejó. Viviste en la carretera entre Ciudad Rodrigo y Salamanca, intentando llegar cuanto antes para salvar la vida de las personas que ahora seguro te recuerdan. 
Te vas pronto, pero dejas huella.

Para Rufino, con cariño, de todos. (Pincha aquí)