04 diciembre 2015

¡Joder con las lentejas!

Hace tiempo que pienso en hacer un estudio sobre las comidas en los días de guardia. Y es que en la base se ven de todo tipo. 
Algunos traen ensaladas para cuidar la dieta, todo tipo de pasta y arroces o sopicaldos de cremas y fiambres de matanza. Otros tienen la taquilla llena de diferentes latas para acudir a ellas en caso de necesidad (o de guerra, por la cantidad de ellas). De atún, fabada, paté, sardinillas, aceitunas, judías... 
Es por si el hambre aprieta en esos días que sales de casa sin nada en la tartera por las prisas o porque la botella de champán que todos tenemos en el frigorífico te saluda cada vez que lo abres. es decir, que no hay nada que llevarse a la bolsa.
Aunque la estrella, al menos en esta base rural del sur de Salamanca, son las lentejas. Quizá por nuestra cercanía a esa zona tan famosa de La Armuña donde se cultivan en grandes extensiones. 
Esa planta herbácea de la familia fabaceae, con tallos de 30 a 40 cm, endebles, ramosos y estriados, hojas oblongas, estípulas lanceoladas, zarcillos poco arrollados, flores blancas con venas moradas, sobre un pedúnculo axilar, y fruto en vaina pequeña, con dos o tres semillas pardas en forma de disco de medio centímetro de diámetro, aproximadamente (Wikipedia). ¡Toma ya!.
Y es que parece ser que es comida habitual de aquell@s que presentan déficit de hierro. Y también se les presupone contra la tensión arterial, como antoxidante de las células del organismo, y con grandes cantidades de vitaminas B1, B3 y B6.
Esto que os cuento que en realidad es una forma de aumentar las letras para este artículo, sirve para afirmar en el sentido literal de la palabra que la base de Béjar tiene acciones con los productores de lentejas. Nunca había visto tan frecuentemente el que los trabajadores de Emergencias trajeran como táper habitual uno bien llenito de esa legumbre. Con todo. Con su arrocito, con su zanahoria, con su patatita...en definitiva que estoy cansado de sentarme a la mesa siempre con lo mismo.
A ver cuando traen un día un tostoncito asado. Más que nada para que podamos dar buena cuenta de él y así fomentamos la amistad.


15 noviembre 2015

El gato de escayola

Hoy llegamos justitos, justitos. 
Cuando andábamos dormitando tras la comida, y el "parte" ya nos había informado sobre la masacre de esos malnacidos en París, salimos caminito de un aviso que no tenía buen pronóstico.
Quizá los años te van dando ese olfato de que hay llamadas que son y otras que no. Y esta parecía.
La verdad es que aparqué bien, y salimos con los aperos para la segunda planta del número 2. Cuando entramos por la puerta el nerviosismo de la familia estaba presente, y en la estancia había mucho personal. El paciente, en una agonía lenta, intentaba coger el poco aire que podía entrar. 
Y el gato de escayola nos miraba absorto, en su mundo, con la mirada perdida. Ni siquiera ante el color azul pitufo del paciente salió de su coraza. Y mira que estaba chungo, pero ni por esas. Allí estaba, a los pies de la cama, mirándonos como se intentaba que el enfermo respirara.
Es de esas veces que si llegas tres minutos tarde ni lo cuenta. Eso sí, el gato ni se inmutó. Cogió los papeles que llevaba bajo el brazo y se marchó.
¡Qué huevos!

06 noviembre 2015

Los "aires" serranos

El diccionario pone sobre la definición de "calbotes" que es la castaña asada que se hace en zonas de Ávila, Cáceres y Salamanca. Ésta, que al calor de las llamas las vuelve tostadas y crujientes,  producen una serie de "efluvios" que, mezclados con agua resultan altamente combustibles.
Quizá por eso, por haberlo mezclado con el insípido e hidratante elemento es por lo que el pobre hombre se retorcía de dolor. 
-He sentido un pinchazo aquí en el vientre a la izquierda, que parecía me iba a partir a la mitad-....

Y pensé en algo que siempre me dijeron los "viejos" que acudían a "Las Columnas", el bar de mis padres. 
-...nunca con agua, siempre con vino..-

Y es que la mezcla letal de calbotes y agua puede resultar dañina para el cuerpo. Y si no, que alguien lo pruebe... yo no. Seguiré, de momento con el vino.

Hacía una tarde de perros, caía agua, y entre las rocas salían las flores de invierno como si quisieran poner algo de color al bonito paisaje.


21 octubre 2015

La Calzada Romana y el Whatsapp

Mientras trataban el mareo, salí a la calle. La habitación no daba más de sí.
Me encontré al paisano y me contó que hacía ya 15 años que había tenido un infarto, y que tomaba 8 pastillas diarias. Un hombre mayor al que la vida no le había tratado excesivamente mal.
Me contó tambien que la otoñada venía buena si seguía lloviendo, y que el campo se estaba poniendo bueno para el "ganao".
- Por las mañanas me doy una vuelta por la huerta hasta que vengo a comer. Y después a la partida del bar. Es lo que queda, amigo. Los pueblos se quedan sin gente....-
También me confesó que se tomaba dos vasos de vino en cada comida.
-Si es tinto mejor, me dijo el cardiólogo-
Mientras le escuchaba me dí cuenta que estábamos sobre lo que fue en su día la Calzada Romana de La Plata y le imaginé vestido de aquella guisa. Con lanza y escudo, alzando el brazo para ofrecerme una copa de tinto.
Es lo que tiene la imaginación.
Cuando salió el enfermero le ví hablando con una mujer también mayor que le dijo,
-Ya ve usted. Aquí, whasapeando...-
Y se quedó tan ancha.....