09 octubre 2019

Y me pilló de guardia....

Estamos de guardia. Es la una de la madrugada. Acaba de pasar la media noche y cuando todo el mundo se ha ido a descansar, cojo el ordenador y arranco con estas líneas. No sé muy bien qué poner. La verdad es que no sé muy bien si debo continuar o no escribiendo. Hay veces que no hilan, que las palabras se agolpan sin un orden concreto. Pero me asaltaron hace un rato los recuerdos. 
Muchos años han pasado desde febrero de 1991 cuando arranqué a las 12 de la mañana la SA4905H. Un Renault 18 GTD de color gris que llevaba como único material una bala de oxígeno, una cuña, un bote de recogida de orina y una camilla sin patas. De esas que cuando llegabas al hospital llamabas a los celadores para que salieran con un carro y poner encima la camilla de la ambulancia. 
Han pasado casi 29 años. Todos con sus días y noches, con sustos y acojones. Con desvelos y sobresaltos.... hoy me asaltan los recuerdos. 
Poco queda de aquel chaval de 21 años que recién sacado el carnet B2 de transporte público y tras una oferta de trabajo pactada en un bar, se aventuró en el mundo del transporte sanitario. Nunca pensé que esto llegara tan lejos ni que fuera tan bueno. Creo que fui valiente pocas veces y cobarde las más. Los años te hacen madurar y saber que el fuego estaba inventado, que la rueda también estaba cuando llegaste y que lo único que te comes de vez en cuando es un gran mojón de mierda. Mucha en todo estos años. Lo único que hemos hecho ha sido intentar ser buenos en lo nuestro.
Hoy me asaltan las dudas de un cambio de década que te hace ver que el final ya está más cerca. Que un día dejarás aquello por lo que luchaste y por lo que dejaste media vida. 
Muchos de aquellos que conocí cuando yo empecé  ya no están. Tenían entonces mi años y las mismas inquietudes, los mismos sueños. 
Hoy después de casi 29 años es más de media noche y me pilló de guardia mi 50 cumpleaños. 

04 agosto 2019

Recuerdos de "chico"

He de reconocer que hacía años que no lo veía.
Y eso que cuando éramos "chicos" era habitual tenerla abierta. Más que nada para que pudiera pasar el que quisiera, nadie salía a recibirte. Ya fuera la vecina para charlar con tu madre, o los amigos llamándote en la hora de la siesta para "petarle" a algún vecino el timbre de la puerta o ponerle una botella de agua para que cuando abriera le mojara los pies. Cosas de chicos, que diríamos entonces.
Y hoy no pude por menos que hacer la foto.
Hacía un calor de esos de siesta de agosto con la ventana cerrada a cal y canto. Y la plaza del pueblo es las que dan ganas de llorar para hacer maniobras con la ambulancia. Más de 5 metros de largo por 2,50 de alto que te hacen estrechar el esfínter cuando entras en alguna de las calles de los pueblos de la comarca. Un día me llevo un balcón -pensé- mientras me acordaba del que le quité un trozo en Montemayor del Río. Son cosas de "chóferes" que diría mi amigo Quique. Eso sí, de los buenos.
Pues eso, que la plaza no es que estuviera a reventar. Sólo un coche. Pero nos las vemos y deseamos cada vez que vamos. Aparqué y entré. Poco había que hacer. 
En esto que salgo para atrincherarme en la ambulancia al fresquito del aire acondicionado y las ví. No eran las de la casa donde íbamos, pero allí estaban. Esperando a alguien que tuviera la osadía, o quien sabe si la curiosidad de girarlas y entrar.
Me acordé enseguida de mi barrio, de la calle Alojería. Las llaves de las vecinas siempre estaban puestas, o la puerta abierta de par en par. Nadie se paraba a pensar. Entrabas y punto.
Estaba yo en ese recuerdo y mientras miraba a mi alrededor, un impulso me llevó a cogerlas y girar. El fresco se notaba en el ambiente de una casa cerrada....

22 enero 2019

La manguera con el hilillo de agua

Si no recuerdo mal fue hace unos 11 años cuando nos avisaron de una estación de servicio para una Emergencia por quemaduras. 
El conductor de un camión aprovechó una parada de descanso para revisar su vehículo tras una luz de avería. Le avisaba de falta de agua en el depósito de expansión. Sí, ese que se calienta como "pata de perro envenenao". El que lleva el agua que refrigera el motor. Sí, ese que nunca hay que abrir hasta que el motor no esté completamente frío. Ese.
Pues eso, que nos llaman y salimos como alma que lleva el diablo. Todavía me acuerdo. Son esas cosas que quedan grabadas en la memoria de alguien que lleva ya más de 5 lustros en esto de la Emergencia.
Las quemaduras, más que por lo urgente de la situación en sí y por el compromiso físico (que lo hay, y muchas veces grave) presentan u estado de dolor que hay que resolver cuanto antes.
A nuestra llegada a la gasolinera se estaba produciendo una situación un tanto peculiar por no decir anecdótica o curiosa. Al conductor del camión me lo tenían sentado en una silla de esas de toda la vida del bar. Las de friso e hierro, color madera. Seguro que os suena. Y el señor gasolinero con toda su paciencia le estaba regando con una pequeña manguera que pudo encontrar, de la que salía un hilillo de agua, pero suficiente para tener empapado de agua al chófer del camión. Desde la cabeza a los pies.
Aquella situación, me vais a permitir, tan cómica, salvó el que las quemaduras que había recibido el buen hombre por haber abierto el depósito de expansión, fueran aún más graves y sobre todo extensas. 
Recuerdo esto porque hace unos días, al abrir el depósito de mi ambulancia para rellenar anticongelante, lo recordé. Y me eché para atrás. 
El miedo es libre.
¡Ah!, la fotografía es de otro paciente que le estalló la caldera de agua. Duele, y mucho.