13 octubre 2007

Un mastuerzo con una navaja

A veces cuando pasan las cosas que has soñado o por las cuales estás más nervioso de lo habitual, te entra como un acojone por el cuerpo, que te da el pensar sobre las fuerzas extrañas que andan rondando por este maravilloso universo.
Y eso pasó ayer, no sé por qué, llegué a la guardia de estas veces como si algo por dentro te dijera que la guardia iba a ser mala, como si presintieras que algo grave fuera a pasar. La verdad es que llegaba cansado después de pasar la mañana en la sierra y tomar el sol más de lo habitual, quizás por el aire que siempre barre las alturas de esta nuestra montaña y que arroja un "efecto colateral" en forma de enrojecimiento de mi impoluta calva.
Pues a lo que vamos; quizás por el cansancio, me quedé dormido pronto, a eso de la una de la madrugada, después de que Juanma, harto ya de hacer alguna guardia más de lo normal, se fuera a descansar y arrancara la "moto". Sería como decía la una de la madrugada cuando me quedé traspuesto después de leer alguna de las páginas de ese libro del cual ya tengo ganas de acabar, desvelándome media hora después. No sé que me pasaba, pero los nervios me estaban corriendo por dentro, es como os decía antes algo que presientes. Vuelta para allá, vuelta para acá, más de tres horas entrando y saliendo de la cama hasta que suena el teléfono pasadas las cuatro de la mañana. La verdad es que noté en Marga (nuestra Médico) un nerviosismo algo fuera de lo normal cuando tomaba datos del aviso. Una herida por arma blanca en un varón joven, nos sacudía el sueño y hacía circular la adrenalina como el Mc Laren de Fernando Alonso en la salida de una carrera de F1.
He de reconocer que aunque lleves muchos años en esta profesión, hay algo que me pone los pelos de punta (es un símil), las peleas y los niños. Son dos temas a los cuales les tengo máximo respeto. El primero por la situación de agresividad humana que las personas podemos llegar a desarrollar y el segundo porque veo en ellos a mis hijos y a veces te hace no pensar como debes, dejándote llevar por impulsos irracionales.
Siempre he pensado que salir a la calle con un arma en el bolsillo es un delito y más si hay por medio alcohol. No puedo llegar a comprender cómo una persona no tiene dos dedos de frente como para pensar que cuando hace esto, está mostrando los más bajos instintos del ser humano.
Ojalá todo el peso de la Ley recaiga sobre ese mastuerzo, cabrón, que ayer por la noche pinchó en la barriga a un chiquillo. Ojalá haya pasado la noche en el frío del calabozo a la espera de que el Juez le pegue en la cabeza con el mazo pesado de las Leyes. Ojalá, sólo por un momento haya pedido perdón en silencio y su acción no le deje dormir agusto durante muchos años...
Una operación a tiempo ha supuesto que de momento todo haya quedado en un gran susto de una noche de otoño, una noche donde la calle libertad ha sentido el escalofrío del paso de la muerte por ella.
No estamos acostumbrados a estas cosas en la estrecha ciudad....afortunadamente.

1 comentario:

siempre el mar dijo...

Me enteré esta mañana de lo ocurrido y me recorrió un escalofrío por todo el cuerpo. Pienso exactamente igual que tu ante estos hechos.
Mucho animo supongo que en estos casos se necesita, menos mal que vosotros estais ahí para seguir salvando vidas.
Un beso.