Llegué a la guardia después de casi un mes de vacaciones. La verdad es que me han sentado muy bien, y estoy por reconocer que ya lo estaba echando de menos.
Y he llegado cuando se ponía en funcionamiento toda la autovía Ruta de la Plata entre Béjar y Salamanca. Después de cuatro años de obras, desvíos, señalizaciones, atascos, todo llega a su fin, y he de reconocer que ha quedado muy bien todo el trazado. Es hora de disfrutar de algo que deberíamos haber tenido hace años en una zona tan deprimida de infraestructuras como la nuestra, y sobre todo porque el eje vertebral del Norte-Sur de la península lo estaba necesitando. No es hora de mirar hacia atrás, pero sí quedan en la memoria todos aquellos accidentes que se podían haber evitado con un trazado desdoblado, muchos de ellos con personas muy conocidas en nuestra ciudad.
Y también han comenzado las fiestas patronales de Béjar. Días donde la afluencia de personas está siendo importante y con ello la demanda de asistencia, donde la diversión y el alborozo serán la nota predominante.
Y en mi primera guardia, lo más importante fue un atropello en las calles de nuestra ciudad. El lugar donde fué, es un punto muy conflictivo. La confluencia de dos calles una de ellas con una ancha calzada, sin pintar, es un "mira a ver quién pasa primero" y donde la señalización viaria brilla por su ausencia. El coche que no sabe por donde entrar y el peatón que está en el punto crítico, da con éste último y sus huesos en plena calle.
La llegada al lugar un poco tensa porque la gente se impacienta en cuanto pasan unos minutos. Y es que deberían ser obligatorias las campañas informativas de cómo funciona el sistema de emergencias, así como talleres de primeros intervinientes para toda la gente que no sabe cómo actuar ante un caso urgente. La pelota está echada en el tejado de las Administraciones, especialmente la municipal, y ello serviría para que todos supiéramos qué hacer en cada momento.
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