Y es que hay muchas veces, que se ve al del "mazo" muy cerca, por mucho que te digamos que no te preocupes, que no va a pasar nada que estés tranquilo/a. Porque quien mejor lo nota, siempre es el propio paciente.
Y cuando empezó a decir, ¡creo que me voy a morir!, no supimos qué decirla. Os prometo que se me encogió el corazón. La cosa estaba chunga, y Miguel no tenía la cara sonriente que le había visto momentos antes esperando la comida. Por eso, cuando ella nos dijo esa frase, ninguno supo reaccionar para decirle cuatro palabras cariñosas. Estábamos demasiado pendientes de lo que había que hacer. Afortunadamente cuando despertó siguió viendo las mismas caras que dejó una hora antes. Y respiramos aliviados.
Se había equivocado....
Terminamos la tarde saliendo a un accidente de tráfico. Se había caído de una motocicleta, no sabemos si muy deprisa o no, y él decía que le dejáramos irse a comer. Las nueve de la noche y tenía un buen chichón en la cabeza, del cual no le había protegido un casco "calimero", de esos que parece que no llevas nada. Y seguramente que iba sin correa, porque Avelino comentó que no parecía que tuviera ningún sistema de anclaje a la quijada. ¡Y él seguía en sus trece!.
.-¡Dejadme levantar de aquí que me voy a comer!
.-¡Que no te vas, que donde tienes que ir es al Hospital!
.- Que noooo. ¡Que me voy para casa!
Así que el buen hombre se fué caminito del Hospital y procurar remedio antes que para sus huesos, para su tozudez.
¿O no era tozudo?..........
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