Muchas veces no nos paramos a pensar sobre la escasa distancia que hay entre perder la vida o seguir viviendo. El azar, la suerte, quizá una milésima de segundo o pocos centímetros nos harán emprender un camino por el que nadie quiere transitar. Es como si se unieran una serie de variables o alguna “mano amiga” que hicieran que el destino aún no escrito, siguiera su curso en lugar de terminar la edición.
Y es que cuando te dicen que un atropello “sólo” ha dado lugar a unos huesos rotos, no dejo de pensar que la persona a la que miras de frente, podría no estar encima de la camilla maldiciendo su dolor a golpe de sufrimiento y Dolantina. Eran las cuatro de la mañana y la carretera presentaba los últimos coletazos de la fiesta Bejarana. Traslado sin complicaciones hacia el Hospital Clínico después de que una madre muy angustiada por la noticia le despidiera ya subido en la ambulancia. A la vuelta de la capital charra, tras una charla amena con los compañeros de la UME de Salamanca, los tres cayeron en brazos de Morfeo en una carretera que terminó hace unos días el asfaltado y por la que se puede transitar sin grandes problemas.
Cuando llegamos el alba asomaba entre las nubes y un rápido vaso de leche nos sirvió para conciliar otras dos horas el sueño.
Hoy elecciones Europeas, y el cambio del médico y la enfermer@ se ha realizado más tarde, quizás por eso me dio más envidia cuando de madrugada ellos se despedían hasta otro día para no vernos en el desayuno. ¿Se habrán levantado ya?.
Yo por si acaso, me levanté cuando llegó el cambio de mi compañero Quique, me di una ducha y me largué…. ¿a votar?........
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