02 marzo 2011

Joder, fue un arrebato

Cada día estoy más convencido de que no vamos a heredar la empresa ninguno de los trabajadores.
Pero cuando has dejado el culo en los asientos de una ambulancia haciendo millones de kilómetros sin ni siquiera pararte a pensar sobre el peligro añadido de nuestro trabajo, ni los horarios, ni los días largos, ni las noches... a veces se necesita que por parte de la "institución" se haga uso del sentido común (carente de ello) y no se enroquen en el sillón del despacho sin conocer los problemas de los trabajadores a los que se paga.
Cuando perdemos el Norte de una profesión como esta y nos volvemos máquinas, hacemos que un trabajo del que se disfruta y del que deberían disfrutar los empleados, se vuelva monótono y se vea desde lejos, tan lejos como los años luz entre la Tierra y Marte, tan lejos que no llegamos a pensar que hay cosas más importantes que trabajar y que el personal trabaje.
Y si encima el reconocimiento que se debería dar a los trabajadores es escaso (y no me refiero al económico), se mezclan en la coctelera los ingredientes para fabricar una bomba letal.
Así que cuando a alguien le tocan la fibra sensible y le desprecian, sale el demonio que lleva dentro y en el reposo de ese sentido común perdido, se arrepiente de soltar por la boca los sapos y culebras que lleva callándose desde tiempo.
Siento haber sacado el demonio, pero es que ya no me toma el pelo nadie...el que ya no tengo.

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