22 enero 2019

La manguera con el hilillo de agua

Si no recuerdo mal fue hace unos 11 años cuando nos avisaron de una estación de servicio para una Emergencia por quemaduras. 
El conductor de un camión aprovechó una parada de descanso para revisar su vehículo tras una luz de avería. Le avisaba de falta de agua en el depósito de expansión. Sí, ese que se calienta como "pata de perro envenenao". El que lleva el agua que refrigera el motor. Sí, ese que nunca hay que abrir hasta que el motor no esté completamente frío. Ese.
Pues eso, que nos llaman y salimos como alma que lleva el diablo. Todavía me acuerdo. Son esas cosas que quedan grabadas en la memoria de alguien que lleva ya más de 5 lustros en esto de la Emergencia.
Las quemaduras, más que por lo urgente de la situación en sí y por el compromiso físico (que lo hay, y muchas veces grave) presentan u estado de dolor que hay que resolver cuanto antes.
A nuestra llegada a la gasolinera se estaba produciendo una situación un tanto peculiar por no decir anecdótica o curiosa. Al conductor del camión me lo tenían sentado en una silla de esas de toda la vida del bar. Las de friso e hierro, color madera. Seguro que os suena. Y el señor gasolinero con toda su paciencia le estaba regando con una pequeña manguera que pudo encontrar, de la que salía un hilillo de agua, pero suficiente para tener empapado de agua al chófer del camión. Desde la cabeza a los pies.
Aquella situación, me vais a permitir, tan cómica, salvó el que las quemaduras que había recibido el buen hombre por haber abierto el depósito de expansión, fueran aún más graves y sobre todo extensas. 
Recuerdo esto porque hace unos días, al abrir el depósito de mi ambulancia para rellenar anticongelante, lo recordé. Y me eché para atrás. 
El miedo es libre.
¡Ah!, la fotografía es de otro paciente que le estalló la caldera de agua. Duele, y mucho.

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