Estamos de guardia. Es la una de la madrugada. Acaba de pasar la media noche y cuando todo el mundo se ha ido a descansar, cojo el ordenador y arranco con estas líneas. No sé muy bien qué poner. La verdad es que no sé muy bien si debo continuar o no escribiendo. Hay veces que no hilan, que las palabras se agolpan sin un orden concreto. Pero me asaltaron hace un rato los recuerdos.
Muchos años han pasado desde febrero de 1991 cuando arranqué a las 12 de la mañana la SA4905H. Un Renault 18 GTD de color gris que llevaba como único material una bala de oxígeno, una cuña, un bote de recogida de orina y una camilla sin patas. De esas que cuando llegabas al hospital llamabas a los celadores para que salieran con un carro y poner encima la camilla de la ambulancia.
Han pasado casi 29 años. Todos con sus días y noches, con sustos y acojones. Con desvelos y sobresaltos.... hoy me asaltan los recuerdos.
Poco queda de aquel chaval de 21 años que recién sacado el carnet B2 de transporte público y tras una oferta de trabajo pactada en un bar, se aventuró en el mundo del transporte sanitario. Nunca pensé que esto llegara tan lejos ni que fuera tan bueno. Creo que fui valiente pocas veces y cobarde las más. Los años te hacen madurar y saber que el fuego estaba inventado, que la rueda también estaba cuando llegaste y que lo único que te comes de vez en cuando es un gran mojón de mierda. Mucha en todo estos años. Lo único que hemos hecho ha sido intentar ser buenos en lo nuestro.
Hoy me asaltan las dudas de un cambio de década que te hace ver que el final ya está más cerca. Que un día dejarás aquello por lo que luchaste y por lo que dejaste media vida.
Muchos de aquellos que conocí cuando yo empecé ya no están. Tenían entonces mi años y las mismas inquietudes, los mismos sueños.
Hoy después de casi 29 años es más de media noche y me pilló de guardia mi 50 cumpleaños.