26 julio 2017

¡Toma sandía!


Hacía calor aquella tarde del pasado verano cuando llegamos al pueblo. Estaban de fiesta y la llamada era de uno de los bares donde alguien padecía dolores estomacales y malestar general, sudoración fría y mareos.

No tenía buena pinta, era de esos que "asustan de gravedad" como decía un compañero. 
Tras llevarlo a la ambulancia y revisarle con los aparatos de electromedicina y por las "gomas" del Doctor, pidió una bolsa para vomitar.
Siempre llevamos a mano una de esas de color negro, las que se usan para el cubo de la basura. Son las que mejor se adaptan a líquidos....

Aquella boca parecían las fuentes de la Granja de San Ildelfonso en pleno fragor. No quise ni preguntar a que se debía aquello (luego lo sabríamos), pero no paraba de echar bocanadas ni nosotros de abrir bolsas a toda prisa. Tras un par de minutos aguantando como pudimos, la cosa se calmó y confesó haber cenado más de la cuenta.

- "Ya estoy mejor, gracias...."
- Pero, ¿qué cenó de color rojo?.
- Pues nada, lo de siempre y un poco de sandía de postre.
- ¡Coño!. ¿Tanta ha comido?.
Su señora, que estaba al quite apuntó... -Ya le dije que se estaba pasando, que entra muy bien y sale muy mal.
- ¿Y cuánta ha cenado?.
-Pues.... media. Pero pesaba 7 kilos.
Lo pasó mal. Creo que no ha vuelto a probarla.


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